Llegó
la época de frío, nieve, de estrenar esas botas nuevas y recuperar el
anorak perdido en el armario, todo comienza con un largo viaje donde
nadie te quita tus horitas de siesta. Se empieza a sentir el frío, el
aire y las preciosas vistas de la montaña, Cerler al fin y al cabo.
Toca
el primer día, no paras de pensar cuando fue la última vez que
esquiaste, unos vienen, otros van, y encuentras las cosas cambiadas.
Aquellos apasionados del esquí entenderán la sensación de felicidad que produce el deslizarse por nieve virgen, aunque la otra parte esencial en estos días es la compañía, yo tuve la oportunidad de unirme al Club Esquí Valle de Benasque, un grupo donde te preparan para un futuro dentro del esquí, con un ambiente de aprender pero siempre disfrutando de lo que más te gusta.
Todo lo bueno supone un sacrificio, corrección, mejora y mucha práctica pero merece la pena.
Los días pasan y te sientes más y más dentro del grupo. También aprendes a trabajar en equipo, ayudar al que lo necesita y en unirnos todos ante una victoria o derrota, ya que el éxito es muy importante pero también es imprescindible aprender de los que nos rodean. Nos espera un gran año a los futuros entrenadores.
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